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27 noviembre 2010

Santa Fé en mi corazón

Hace más de un año, recuerdo haber posteado en mi perfil en Facebook un status update diciendo que quería irme a la montaña y ver cascadas.   No muchos respondieron, pero sí los indicados (o la indicada).

Somos parte del universo; un todo, y el universo responde a lo que pedimos.  Y esta persona (qué ironía, ella es inglesa -una inglesa recomendando a una panameña qué lugares visitar en su propio país!) me comentó de un hotelito en las montañas de Veraguas, de un pueblito llamado Santa Fé.  Mi hormona exploradora quedó alborotada y partí de la vil jungla de cemento, con el corazón emosionado!

Zombies interioranos.

Extasiada con las flores y mariposas!
Mi primera impresión, al llegar al lugar un domingo, casi de noche, fue "la tierra de los zombies!!!" (jajaja - lo recuerdo y me causa risa).  Un domingo en la noche, implica que los moradores de los pueblitos más "metidos" bajan a Santa Fé, el pueblo central, a beber, y beber, y beber... mencioné beber?  Ya para la tarde, cuando yo llegué, salían de las cantinas del pueblo, muy borrachos, de regreso a la montaña.  Ahora, imagínense un grupo de hombres, tambaleantes, machete en mano, que miraban el carro con curiosidad... Zombies!, con la única diferencia que no nos comieron! (gracias a Dios!)

Pero hubo más que zombies.  Llegué a un hostalito como de ensueño; con floresitas, rodeado de montañas y desde ese momento todo fue magia!  Tanta magia, que necesitaría varias entradas para escribir sobre esto, pero aquí van algunas.

Como dice la frase: "Pueblo chico..."

Así es, "pueblo chico infierno grande".  La gente me trató muy bien y me entretuvieron con las "noticias locales del momento".  Camino a Santa Fé, visité la iglesia San Francisco de la Montaña; un Monumento Nacional de Panamá, construída alrededor de los 1600, pero que carece del respeto del pueblo, que la ve como una "cosa vieja" que hay que derrrumbar (malo, malo eso).

Lucerita y yo.
Vírgenes y lodo.
Los días pasaron, tuve la bendición de recorrer parajes casi vírgenes.  Anduve a caballo por más de 4 horas (y después tomé varias pastillas para el dolor y probé varios ungüentos para desinflamar), recorrí caminos con lodo que llegaba hasta mis rodillas casi, me extasié con la flora y fauna local, visité cascadas con la guía de un hombre del pueblo, trabajador con un gran corazón (le dí un empujonsito haciéndole el blog).  La llegada y recorrido a una de estas cascadas (sí, porque son varias y cada una más hermosa que la otra) quedará en mi mente, por siempre (una de las historias para los nietos), no sólo por el difícil trayecto de más de una hora de camino (enlodado, con rocas y caminos estrechos), si no por el impacto del paisaje al llegar.  

Cara a cara. La cascada y yo.
Esta vez, si recordé traer la cámara :)
Ese día olvidé llevar mi cámara, pero me alegro tanto de haberlo hecho, no sólo por la dificultad del trayecto, si no que al llegar, mi único objetivo era absorber ese momento a plenitud.  No era tomar fotos o tener el mejor ángulo, si no empaparme de aquella experiencia y VIVIR.  Era un sueño; una cascada hermosa, el agua se convertía en un suave rocío en el aire, humedeciendo tu rostro y las alas tornasol de varias mariposas azules que revoloteaban en los alrededores.  Al escribir y recordar este momento, mi corazón se expande y no hago más que sonreír y añorar.  

Recuerdo que para esos días, tuve una entrevista en el periódico La Estrella y no hablaba más que de naturaleza (lo cual es bastante normal) y de Santa Fé y el reportero, hasta lo mencionó en su entrevista :)

Santa Fé, te quedaste en mi corazón!

Panamá en tus manos.
Aprecho para decirles: mi gente, Panamá es hermoso!  Disfrútenlo, saboréenlo, porque tenemos una cantidad de parajes paradisíacos.  No sólo playas, si no montañas, ríos y cascadas no comerciales.  Así mismo, les pido que lo amemos, porque cuando hay amor, no hay lugar para hacer daño.  

Al ir a un lugar nuevo debemos recordar que nosotros somos los invasores visitantes y respetar la cultura del lugar, respetar a su gente y sus tradiciones, preguntar y tener buena comunicación con los lugareños.  En cuanto a la naturaleza, amarla, evitar contaminarla, llevar una bolsita para que nuestros desechos regresen con nosotros.  Preservemos esta belleza para las generaciones futuras.  No seamos egoístas y permitamos que ellos también disfruten de un Panamá bonito.  Está en nuestras manos.
Interior de la Iglesia San Francisco de la Montaña, Monumento Nacional
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Publicado desde el blog Momentos www.leilanigonzalez.com.

2 comentarios:

  1. Hermoso! es justo lo que siento hacia la naturaleza, me siento muy identificada contigo.

    Mariel Ulloa,
    www.enlodados.com

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  2. Santa fe es hermoso, es la tierra de mis antepasados.

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- Leilani