Hace poco fui a un lugar hermoso, una montaña en el desierto con parajes para ver el atardecer por doquier. Pero, este paseo escondo un cuento gracioso y, como en todo, un interesante momento de aprendizaje.
Todo inicia cuando me dice mi tía, una mujer fashion, que le gusta vestir bien y tener comodidades: "Hoy vamos a ir hiking (escalar) con unos amigos". Mi razonamiento inmediato fue: "qué significará para mi tía 'hacer hiking'? Me imagino que será algo como una caminata por el parque (Omar)". Y finalizado mi momento de análisis, decidí vestir ropa de ejercicios, como si fuera para una tarde de caminata normal en la ciudad con carreteras de cemento y demás. Entre mi vestimenta light, estaban una especie de "zapatillas de cinco dedos" o "medias para correr" (http://www.vibramfivefingers.com) que quería probar.
Llegamos a dónde los amigos de mi tía que nos llevarían al la montaña de la Superstición (de lo cual me enteré en ese preciso momento) y uno de ellos iba con sus botas de escalar. Fue ahí cuando llegó el primer pensamiento de alarma, pero, siempre positiva, me dije: "tal vez le gusta usar sus botas siempre hasta para una dulce y tranquila caminata en el parque". Dejé atrás mis preocupaciones y, luego de unos minutos, llegamos. El lugar es hermoso, flores y cactus por todos lados y se veía que venía un atardecer espectacular, pero, al salir de mi momento de ensueño natural, nos adelantamos un poco, vi y SENTÍ (oh sí! lo sentí!) el camino lleno de piedras de todos los tamaños; grandes, chiquitas, más chiquitas y más puntiagudas (Pausa - Lo siento, no puedo evitar reírme de sólo recordar mi reacción! - ok! continuemos). Eso era como si anduvieras casi descalzo por un río pedregoso! Y fue ahí en dónde extrañé tanto mis botas de escalar! Las visualicé llegando del cielo, flotando en una luz blanca cual entidad divina, pero desperté de este momento y puse los pies en la tierra (literalmente) y me dije (entre otras maldiciones a los que hacen publicidad de los zapatos y lamentos más por no haber traído mis botas de escalar, que no valen la pena detallar): "Vaya... esto será un reto!". Supe que sería un reto, no tanto por la distancia ni las subidas, si no por los zapatos que NO SON PARA ESCALAR. Cuál es el empeño de decir que son para escalar si NO lo son?! Para hiking, unas buenas botas hasta el tobillo y suela reloaded, como Dios manda!
Ya después de varios "ouch ouch", suspiré al pensar que habíamos llegado a la cima, pero NO! Aún faltaba un camino más empinado y más pedregoso que el anterior y, encima, lleno de maleza. Empecé a subir muy decidida, pero al ver que estos zapatitos bonitos no tienen ningún tipo de tracción sobre rocas sueltas, me paré sobre una roca a mitad del camino, miré abajo hacia el empinado recorrido que acaba de hacer, con rocas sueltas, y pensé: "puedo parar aquí e irme a la seguridad. Debería regresar porque esta bajada no será fácil... Es más, creo que tendré que bajar sentada y sobre mis manos en estas piedras..." Y me quedé un momento analizando, mientras veía a mi prima subir detrás. Miré hacia arriba, al tramo que me faltaba por escalar: "pero, la meta está tan cerca! Igual voy a tener que bajar y un poco más no me hará daño. Igual sé que voy a estar bien. Costará un poco subir, bajar y todo lo demás, pero voy a pasarla bien allá arriba y me reiré de esto cuando termine!". Y me repetía esta frase, durante la bajada, aún más difícil para los zapatitos que la subida y cantaba "don't worry, about a thing, cause every little thing's gonna be alright" del gran Bob Marley , mientras se oscurecía más y los aullidos de los coyotes se escuchaban más y más cerca.
Y así fue, SOBREVIVÍ! No me comieron los coyotes, no me fracturé los dedos (eso sí, estuve BIEN conectada con las piedras jajaja y la madre tierra). Subí y bajé sentada, con las manos en las piedras y en las hierbas que puyaban un poco, explotando de risa entre tramo y tramo, y ahora continúo riéndome de la experiencia, feliz con varias lecciones en mente, recuerdos hermosos y recargada de la energía de un atardecer espectacular. Eso sí, entre las primeras lecciones que les diré está: "es mejor estar preparado de más que de menos" y la segunda: "todos sentimos miedo, pero es nuestra reacción ante el miedo lo que nos hace diferentes". Hay que darle pa'lante, afrontando nuestros miedos para darnos cuenta de que no es tan malo como pensábamos y que "no hay mal que dure cien años". La vida son momentos en los que hay que aprovechar y absorber todo (felicidad, tristeza, luchas, miedos) lo que ese momento cortito nos brinda, porque son de estos momentos de dónde nacen las lecciones que nos hacen crecer como almas.
PD: los zapatitos no son malos, sólo que, sinceramente, NO son para hiking, pero son muy buenos para el agarre en rocas grandes; el pie se amolda a la roca y te da buena estabilidad. También para caminatas en cemento (sin piedras!) o en superficies no tan salvajes ;-)
Publicado desde el blog "Momentos": www.leilanigonzalez.com.
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- Leilani