Telas y más telas. Puntadas que se quedan cortas ante el ente en cuestión. Todo parece estar a punto de explotar a su roce, todo pesa, todo sobra. Cada mañana es una batalla en contra de decenas de telas colgantes que se agitan amenazantes. Te cortan la piel y dejan heridas abiertas, sangrantes; un amargo recordatorio de que la sociedad manda y de que el libre albedrío cuesta.
La batalla continúa, día tras día. Las telas van ganando aliados a su batallón. Poco a poco se le suman los espacios, los espejos, hasta el mismo aire. Algo que debería causar placer ahora sólo causa asco, naúseas y dolor. Este espacio se ha convertido en un mundo gris y todo, de los huesos pa' fuera, se torna en tus peores enemigos. Las telas, los huesos, los espejos, las luces y los habitantes de este pedazo flotante de tierra y agua, todos contra uno.